martes, 15 de junio de 2021

ME DESPIDO...

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sábado, 6 de agosto de 2016

Tercer ejemplo: El fin de los "Cien Días" y el definitivo ocaso de Napoleón

      Se designa con el título de los "Cien días" al período en que Napoleón, a su regreso de la isla de Elba, -donde se lo había confinado-, regresa inesperadamente a Francia y asume el Gobierno que había abdicado; abandonado precipitadamente por Luis XVIII, (el monarca Borbón instalado en el trono francés por la coalición europea) al tomar conocimiento que los Cuerpos del ejército que había enviado para hacer prisionero al Invasor, se habían puesto a la orden de Napoleón y marchaban sobre París, donde el ex-emperador sería recibido con aclamaciones.
      Al día siguiente de instalado en las Tullerías, Napoleón trata de negociar, sin éxito, con las potencias aliadas, para obtener su reconocimiento como gobernante del Estado Francés, resignando toda otra pretensión sobre otros países. Ante el fracaso de esta gestión, forma un cuerpo de ejército y marcha contra la concentración de tropas inglesas y prusianas desembarcadas en el Norte de Holanda. El ejército francés obtiene un primer triunfo en Ligny (Bélgica) y continúa su marcha, dividiendo sus tropas: el grueso de éstas, queda al mando directo de Napoleón, que continúa su marcha, para enfrentar al ejército inglés; el resto, queda a la orden del mariscal Grouchy, con la expresa instrucción de bloquear al ejército prusiano de Blucher y evitar con el ejército inglés, dirigido por Wellington, que se proponía dar la batalla decisiva a las fuerzas francesas.
      Grouchy no puede localizar el ejército prusiano durante sus marchas exploratorias, por lo que decide hacer alto con sus tropas en la campiña belga, retirándose a una cabaña a estudiar la situación. Pasado un tiempo sus oficiales le advierten que, a lo lejos, se oye el tronar de unos cañones; que no podía menos que hacer presumir que una batalla importante, se estaba celebrando a varias millas de distancia. Sus oficiales le solicitarion que acuda al instante a intervenir en la contienda, pero Grouchy, sentado frente a una mesa en la que había desplegado sus mapas, vacila, temiendo desobedecer las órdenes específicas recibidas, de interceptar al ejército prusiano; decidiendo, por último, permanecer en el lugar, a la espera de nuevas instrucciones -que nunca llegarían-.
      En esos momentos, se estaba dando en los campos de Waterloo la batalla decisiva entre las fuerzas inglesas, dirigidas por Wellington y las francesas del Cuerpo dirigido por Napoléon; y su resultado, que permanecía indeciso por largo tiempo, fue inclinado por último, a favor de la coalición aliada, por el ingreso al campo de batalla del ejército prusiano de Blucher, aliado de Inglaterra, que con sus fuerzas intactas, inclinará la balanza a favor de los coaligados, resultado hasta ese momento indeciso.
      Zweig fija el momento decisivo -que definiría la victoria anglo-prusiana-, cuando Grouchy, sentado frente a una mesa de cabaña belga, "Desoyendo el llamado de la Historia", cavila -simplemente cavila-, esperando eventuales órdenes de Napoleón, que nunca llegarían.
      Fue así -y esta reflexión va por mi cuenta- que quedó sellado en Europa el llamado principio de la Legitimidad, base de la Santa Alianza, que se proponía afirmar en los países de toda Europa, más que al sistema de la Monarquía Absoluta, a las Dinastías reales existentes comprometiéndose a actuar con las fuerzas de las armas si en alguno de los países era depuesto un Monarca de esas dinastías. Así quedó diseñado el nuevo mapa de Europa durante casi todo el resto del siglo XIX, tal como lo había dispuesto el Congreso de Viena; enmendado -sólo parcialmente- a raíz de los movimientos revolucionarios de 1830 y 1848; y, la constitución del Imperio Alemán, después de la Guerra Franco-Prusiana, de 1870.